por Lic. Magali Arocena – Directora de Capacitación – ISSTATE
Como sabemos, el COVID-19 se transmite por contacto directo de las personas con aerosoles emanados al toser/respirar/hablar, o con superficies contaminadas con el virus, por esto la prevención del COVID- 19, requiere de la aplicación de varias medidas preventivas, acciones que parten desde lo individual para la protección colectiva.
Cada acción aplicada para impedir el contagio del virus, se suma a las demás para que la prevención se vuelva más efectiva, puesto que en la situación en la que nos encontramos, con alta circulación de virus (varias cepas distintas), el conjunto de cuidados definidos y aplicados disminuye la posibilidad de contagio.
Entre las medidas preventivas que se aplican de higiene y desinfección de manos, uso de tapaboca, distancia social, vacunación y otras, la ventilación se instala como una acción de aplicación central en ambientes interiores, y tiene su efecto preventivo sobre los aerosoles que emiten quienes se encuentran en periodo de contagio, basándose en la dilución de contaminantes por el recambio del aire interior -entrada de aire limpio y salida de aire contaminado-.
Si bien pareciera que abriendo puertas y ventanas logramos ventilar (y así es, más aún cuando se ubican en extremos opuestos del espacio), es muy importante que esta ventilación sea permanente y, de ser posible, se debería realizar un análisis técnico del espacio y sus características, para que esta acción otorgue su mayor eficacia.
Como medida de prevención de riesgos, la ventilación de ambientes interiores (de trabajo u otro uso), para controlar/evitar la presencia de contaminantes que pueden afectar la salud, requiere de la contemplación de ciertos parámetros, realización de mediciones y cálculos, definiciones/modificaciones (si fueran necesarias) y seguimiento de su eficacia, y esta situación no es la excepción. Las características del ambiente como el cubaje y cantidad de aberturas y su ubicación, presencia de equipos que fuercen la renovación y/o circulación de aire, fuentes emisoras del contaminante, entre otros aspectos a considerar, nos darán mayor exactitud en la aplicación de la ventilación, sus tiempos, caudales de renovación, etc.
Otro aspecto a considerar es el uso de medidores de dióxido de carbono (CO2) en el aire interior, que nos dará una idea de la contaminación del aire por presencia de personas y si está renovándose de manera adecuada por la ventilación que logramos. Esta medición puede verse afectada si existieran otras fuentes que desprenden CO2 en dicho ambiente. Si la medición arroja una presencia de CO2 mayor a 700 ppm (partes por millón) , se debe aumentar el caudal de ventilación.
En ambientes cerrados y con equipos que recirculan el aire interior, se produce un aumento mayor de la presencia de aerosoles, incrementando el riesgo de contagio. Por esto es central ventilar todos los ambientes interiores utilizados. Siempre deben permanecer la menor cantidad de personas en espacios cerrados, intentando trasladar al exterior las actividades posibles.
Existen recomendaciones, documentos y normas técnicas recientes que resultan muy útiles para informarnos y proceder de la mejor manera respecto de esta medida preventiva tan importante en nuestros espacios de trabajo.